CACEROLADA CONTRA LA DROGA. LOS YONQUIS CONVIERTEN PONT DEL DRAGÓ EN UNO DE SUS PUNTOS DE ENCUENTRO (BARCELONA)

LA VANGUARDIA, 30/04/2005
La mujer ha salido de su casa, y se ha reunido con otros 50 vecinos en el puente. Van armados con cazuelas, tapadoras de metal, algún bongo y palos o cucharones para golpear las barandillas. Hay pancartas contra los yonquis y los vendedores de droga. La mujer explica:
"Mira, vienen a comprar droga aquí, entran en mi escalera, se pinchan, dejan la jeringuilla, papeles con sangre, se cagan y se mean junto a mi puerta. Y yo ¿qué hago?, pues limpio su mierda". Otra vecina apostilla:
"Así llevamos 23 años". Y empieza una cacerolada nocturna de dos horas.
El puente es la pasarela que lleva de la acera de Rio de Janeiro a la escalera y la rampa que bajan hacia Manuel Sanchís Guarner, una calle interior entre bloques de viviendas del Patronat de l´Habitatge que se construyeron hace un cuarto de siglo. Seis jóvenes vecinos empezaron la pasada semana la protesta con una iniciativa peligrosa:
una patrulla armada con palos para amedrentar a los drogadictos y evitar que pasaran por el puente. Al cabo de pocos días, ya no hay patrulla, sino cacerolada.
Como recuerdan los vecinos, la venta y consumo de droga (heroína, principalmente) no son nuevos en el barrio. Pero últimamente este minibarrio de Renfe-Meridiana (Pont del Dragó) se ha convertido en punto de concentración de drogodependientes. Compran allí y se inyectan en rincones y dentro de las escaleras de vecinos. "Los que venían antes te conocían y te respetaban; ahora viene más gente de fuera y te plantan cara, o te sacan la navaja, como me la sacaron a mí", explica una de las primeras integrantes de la patrulla.
El concejal del distrito, José Cuervo, el presidente de la asociación de vecinos Pont del Dragó, Julio Sánchez, y la generalidad de los vecinos coinciden en que esto es una etapa más de la dispersión de drogodependientes que se generó en la primavera del 2004 con el desmantelamiento de Can Tunis, el supermercado para los drogadictos más desesperados. Sin Can Tunis, cobraron relevancia otros puntos de concentración de drogadictos. Ya existían, pero se hicieron más evidentes para los vecinos del Raval, del Gòtic, de Porta... En Porta, en los alrededores del antiguo cementerio de Sant Andreu y de dos centros escolares la presencia continuada, día y noche, de drogadictos generó una amplia protesta, con manifestaciones en otoño pasado.
Araíz de aquella protesta, aumentó la presencia policial en la zona, se ampliaron los servicios de atención a drogodependientes y la tensión bajó.
Pero subió en Renfe-Meridiana. Y lo ha hecho aún más en las últimas semanas, coincidiendo con varias detenciones de vendedores de droga en la calle Escultor Ordóñez, junto al cementerio. "Los que compraban en Escultor Ordóñez vienen a comprar ahora aquí", explican en el puente de Manuel Sanchís Guarner. Como explican:
"Hemos dicho a la policía muchas veces quiénes venden droga aquí". Pero nadie ha firmado, con nombre y apellidos, una denuncia contra los supuestos vendedores. "Tenemos miedo, y no vamos a hacer el trabajo de los policías", se excusan.
En la misma manzana, dando a la calle Andreu Nin, hay una nueva comisaria de los Mossos d´Esquadra. Aunque sus funciones son en buena parte de mero centro de distribución de material para este cuerpo que aún tiene competencias limitadas en la ciudad, los vecinos esperaban que su presencia eliminase el problema o lo redujese al mínimo. Hasta el momento no ha sido así, aunque los agentes patrullan de uniformey de paisano, como lo hace también la Guardia Urbana. El concejal Cuervo asegura que hay una media de 250 identificaciones de drogadictos al mes, y 5 o 6 detenciones. Nunca es suficiente, y el concejal ha pedido a la Conselleria d´Interior y a la delegación del Gobierno que refuercen los turnos de noche. Ha pedido también que los agentes entren más en los edificios, en cuyas escaleras y patios interiores ya entran los desesperados a inyectarse droga.
Los vecinos esperan, saliendo a la calle cada noche. "La policía está a veces, pero no viene cuando los llamamos -se quejan-. A ellos (a los drogadictos) no les hacen nada y a nosotros nos multan por llevar el perro sin bozal".

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